viernes, 19 de marzo de 2010

Sociedad Civil y Estado

Sociedad Civil y Estado en el marco de la Democracia en América Latina. Mecanismos de participación social y nuevas prácticas democráticas.

Estefanía Soledad Otero[1]
Introducción

La presente ponencia tiene el objetivo principal de hallar desde la disciplina de la Ciencia Política y desde la práctica política una clara definición acerca de los ejes y sujetos sociales que incluye la construcción de una Democracia Participativa, como idea superadora a la Democracia Representativa en el marco de una crisis institucional que todavía no se ha resuelto. Para ello, es necesario estudiar y combinar nuevas formas de relacionar a la Sociedad Civil y al Estado en el ámbito de una Esfera Pública No Estatal.

En ese sentido, este trabajo se propone analizar las concepciones de algunos autores acerca de qué es Sociedad Civil y qué función cumple tanto ella como el Estado en la Democracia Participativa. Además, es importante tener en cuenta el estudio de mecanismos de participación ciudadana, impulsados y promovidos desde el Estado en pos de generar nuevas instancias de resolución por parte de la Ciudadanía, así como también evaluar proyectos y emprendimientos de la Sociedad Civil que también fomenten mayor participación.

La Democracia Participativa es un proceso social de construcción permanente que no sólo necesita voluntad política y buena predisposición, sino también de redes sociales/asociativismo que fortalezcan la Sociedad Civil y expandan a ésta a toda la Sociedad. Y además de un clima propicio para el desenvolvimiento de ello y siempre teniendo en cuenta el contexto social de cada sociedad.

Por último, se intentará concluir en un nuevo eje de análisis que torno a qué es la Gestión Pública Participativa, en contradicción a la idea de Gobernabilidad y “Gobernanza” (vocablo utilizado en Brasil). La idea surge a partir de la necesidad de repensar no sólo la Democracia sino también qué tipo de forma de gestión se vincula a esa Democracia.

Hoy en día, muchas ideas centran el accionar político de los Gobiernos Locales (Intendencias, Municipios, etc.) más allá del Estado Central. Qué nivel de competencias tienen para lograr un mayor desarrollo local y social es importante para comprender hasta qué punto pueden actuar en el ámbito de la gestión pública participativa, ya que no es suficiente con gobernar, sino también resulta indispensable la participación ciudadana en el debate, la consulta y la resolución dentro de las decisiones de las políticas públicas.

Sociedad Civil y Estado: elementos para una Esfera Pública No Estatal.


Existe una discusión acerca de si el Estado es quien debe impulsar la participación mediante mecanismos participativos y de autogestión (gestión pública participativa), o si el Estado debe gestionar la participación mediante reglamentos obligados a cumplir por la ciudadanía (gestión de la participación).

La posición que se desarrollará en este trabajo estará referida a la idea de gestión pública participativa. Pero antes resulta necesario indagar en este apartado acerca de la forma de intervención tanto de la Sociedad Civil como del Estado/Gobierno dentro de una esfera pública no estatal.

Según Baiocchi, esfera pública no estatal “es una instancia de discusión pública y no individual” [2], lo cual permite analizar el nivel de debate, la solución de conflictos, las reglas y procedimientos, los participantes, el interés general, etc. O sea, es el espacio de interacción social.[3]

A lo anterior, le sigue aclarar que en esa esfera pública no estatal no suele participar el grueso de la población, porque justamente el nivel de participación ciudadana depende mucho de cada contexto social en cada ciudad. Por eso también vale aclarar que son las redes sociales, o sea las ONG y demás OSC junto con los ciudadanos independientes, los partidos políticos, las asociaciones privadas que se involucran, etc, los que forman la Sociedad Civil; ciudadanos formadores de ciudadanía. El resto de la sociedad vive tras su situación personal.

Por lo tanto, es la Sociedad Civil uno de los elementos constitutivos dentro de esa esfera pública no estatal la que hace política y participa activamente.

Para citar un ejemplo, vale recordar el estallido social del año 2001 en la Argentina. Ese estallido social (en parte provocado políticamente y en parte por reacción voluntaria) reunió a los vecinos en asambleas populares en los barrios a fin de pensar nuevas alternativas para enfrentar lo que se venía.

Sobre esas asambleas, Pablo Rieznik dice que “la impresión dominante (…) es que la causa decisiva que explica el levantamiento popular (…) es la brecha abierta entre representantes y representados. Las propias Asambleas, entonces, plantearían inclusive una salida superadora a tal contradicción al abrir el pasaje de una democracia representativa a una participativa, en la cual el signo dominante sería la horizontalidad de la relación entre sus protagonistas, así como la recreación entre ellos de lazos de solidaridad y confraternización humana” [4]

Otro de los elementos constitutivos es el Estado. Desde el punto de vista que venimos analizando, el Estado no puede ser un mero garante de la Sociedad Civil sino más bien un impulsor de prácticas y mecanismos que contribuyan desde el ámbito de las políticas públicas a fortalecer, promover y concientizar sobre la participación de la Sociedad en su totalidad. O sea, romper el límite del nivel de ciudadanos participativos para ampliar la esfera pública no estatal.

Si bien la Sociedad Civil también debe contribuir con sus prácticas democráticas y cotidianas a involucrar más gente, es el Estado quien, con sus recursos, debe ampliar el espectro de participación ciudadana.

Impulsar mecanismos de participación equivale a decir pensar instancias de consulta, debate y resolución (como circuito constante) para incentivar a los ciudadanos a participar de programas y actividades públicas con el objeto de que ellos mismos sean quienes decidan la orientación y el destino de las medidas económicas, sociales y políticas.

Justamente, la esfera pública no estatal (Sociedad Civil + Estado) promueve la participación en el marco de las decisiones acerca de las políticas públicas, de aquello que aqueja a todo el mundo, a lo compartido. Y el Estado debe tener una fuerte presencia allí.

Por lo tanto, estas cuestiones nos llevan a pensar en por qué surge la necesidad de repensar algunos conceptos que han existido siempre. Por qué es necesaria la participación ciudadana y por qué son necesarios mecanismos de participación impulsados desde el Estado (todo ello: gestión pública participativa).

Y una de las razones es la crisis de representación política e institucional que se viene dando hace tiempo. El representante no representa y la ciudadanía se vuelve necesariamente activa. A partir de ello surge “una transformación de la autoridad estatal y la emergencia de una estrategia de ciudadanía en la que tanto la problemática de la participación ciudadana como la de la descentralización tendrán un lugar central” [5]

Este análisis se puede estudiar mucho mejor empíricamente en casos de gobiernos locales, por ejemplo, el caso de Porto Alegre, Brasil, y la instalación del Presupuesto Participativo como nueva forma de gobernar.













Gestión Pública Participativa: una nueva forma de gobernar.


Si bien el concepto que se busca desarrollar es muy amplio para finalizar su alcance en este trabajo, es inevitable para el campo de la Ciencia Política proponer ideas que contribuyan a pensar en una forma alternativa de manejar y decidir sobre los recursos que cuenta cualquier erario público.

En el apartado anterior, se había mencionado descriptivamente la constitución de una esfera pública no estatal, en la cual se vinculan y relacionan tanto la Sociedad Civil como el Estado.

Ahora bien. Surgen muchos interrogantes a la hora de estudiar de qué forma (herramientas, mecanismos, campañas, discursos, reformas, etc.) la gestión de un gobierno puede transformarse en el marco de una Democracia Participativa, más allá de la transparencia y el control cívico.

En principio, se deberían tener en cuenta ciertos elementos que contribuyan a fortalecer un ámbito propicio para el ejercicio de la gestión pública participativa.

Es necesario que los habitantes dejen de tener un rol pasivo y de beneficiarios para ser verdaderos ciudadanos, y generar la participación en proyectos en el marco de la Sociedad Civil. Porque las condiciones y el clima alrededor del ejercicio ciudadano son los hechos que definen los límites y el potencial de participación así como la efectividad de las iniciativas desarrolladas.[6]

Una gestión pública participativa precisa cinco conceptos para relacionar y desarrollar: redes sociales, recursos, comunicación, información y negociación.[7]

Siguiendo la misma línea, y siempre teniendo en cuenta el ámbito de la esfera pública no estatal, la gestión pública participativa “convoca a la ciudadanía a discutir y elaborar las prioridades presupuestarias de la gestión pública, a través de diversas instancias participativas, como asambleas, foros, comisiones, etc, y de alcances consultivos, deliberativos e incluso resolutivos en el presupuesto...”[8]

Por último, es importante mencionar algunos casos de aplicación del Presupuesto Participativo como primera práctica trascendente a nivel global, que nació en Porto Alegre a fines de los `80 y se extendió no sólo por América Latina sino por toda Europa.






Presupuesto Participativo: construyendo ciudadanía


El Presupuesto Participativo es una herramienta básica y fundamental para el desarrollo de la Democracia Participativa, y una nueva forma de hacer gestión pública.

Así, Romero nos dice “el Presupuesto Participativo es un proceso que permite una radicalización democrática, donde los ciudadanos no delegan la gestión pública, participando desde un espacio público no estatal en las decisiones políticas del Estado. Esto abre paso a mecanismos de consulta como los plebiscitos, referéndums, consultas populares, audiencias públicas, tribunas populares, etc. Esa es la base para la construcción de una Democracia Participativa”. [9]

Nació en Porto Alegre, en 1989 cuando el PT llega al poder en vísperas de repensar el rol del Estado y de la Sociedad Civil. Más allá de su estrategia de atrapar a ciertos sectores de la población, se convierte en una maravillosa herramienta de construcción social, cultural, económica y política.

Además del caso porteño, rosarino, colombiano (donde la instalación del Presupuesto Participativo logró disminuir los niveles de violencia por la inclusión en el proceso de sectores marginados), etc., es interesante mencionar casos más alejados de nuestro continente, para demostrar que es una práctica mundial.

Giovanni Allegretti y Carsten Herzbergcreen que el Presupuesto Participativo “se trata de experimentos concebidos para involucrar a los ciudadanos en la construcción de las prioridades de gasto de las administraciones públicas mediante la organización de ciclos anuales de reuniones públicas y el suministro de otras herramientas de apoyo al perfeccionamiento paulatino de las opciones que se incluirán en los documentos de planificación” [10]

Los autores mencionan en su investigación caso de ciudades europeas con Prepuesto Participativo:

ü Francia (Saint Denis, Bobigny, Morsang-sur-Orge, etc.)
ü Alemania (Vlotho, Umstadt, Emsdetten, Esslingen, Rheinstetten, etc.)
ü Nueva Zelanda (Christchurch, etc.)
ü España (Cataluña, Andalucía, Barcelona, Albacete, Córdoba, Sevilla, etc.)
ü Italia (Nápoles, Venecia, Roma, Milán, Vimercate, Inzago, etc.)

Cada uno de esas ciudades ha ido aplicando su propio Presupuesto Participativo, según la población, el liderazgo político, el contexto histórico, la situación económica, etc.


En el contexto latinoamericano, los casos más salientes son:

ü Brasil (Porto Alegre, São Paulo, Mato Grosso do Sul, Acre, Rio de Janeiro, Belem, Belo Horizonte, Concordia, Constantina, Gravataí, etc.).
ü Argentina (Buenos Aires, Rosario, Resistencia, Río Cuarto, La Plata, Chascomús, Morón, etc.)
ü Uruguay (Montevideo, etc)
ü Ecuador (Quito, etc)
ü Colombia (Medellín, etc)
ü Otros.



Democracia Participativa: una forma de vivir


En el intento de contribuir con aportes desde la Ciencia Política, la Democracia Participativa se presenta como un proyecto alternativo a la situación actual, de crisis del sistema político, institucional.

Existen dos posiciones al respecto: algunos sostienen que la representación ya no alcanza para satisfacer las necedades de la población y hacer política desde la concepción del gobierno como representante del pueblo, y no como gobierno del pueblo. Que las instituciones políticas hicieron crisis y son poco confiables. Que la población se convirtió en mero espectador de lo que sucede en el espacio político.

Entonces, la Democracia Participativa resulta ser una alternativa superadora a la Democracia Representativa, en la cual la ciudadanía es la nueva protagonista de las decisiones públicas.

Otros sostienen que no hay crisis de representación sino de participación. El punto es que los niveles de información, de educación, de interés, etc, por parte de la ciudadanía han superado las instancias de participación clásicas. Uno de los fenómenos que contribuyen a esto es el avance de la globalización y los medios de comunicación.

Por lo tanto, la misma ciudadanía es la que exige mayor participación e interés en los asuntos públicos. No hay crisis por no representación, sino por rupturas y surgimientos en la política y la sociedad. “(…) nos encontraríamos ante una crisis generada por cambios en los ciudadanos y en la política y que supone ante todo nuevos retos y oportunidades, que deben y pueden ser superados con una mayor implicación de la ciudadanía”. [11]

En definitiva, y teniendo en cuenta las dos concepciones, el resultado que se puede obtener es que al menos es indispensable repensar y reflexionar acera del rol de la ciudadanía y del Estado.


Sociedad Civil y Estado, en el ámbito de una Esfera Pública No Estatal, con una nueva forma de gobernar en la Gestión Pública Participativa, con mecanismos de participación ciudadana como el Presupuesto Participativo, todo ello englobado en la Democracia Participativa como una nueva forma de vivir, nos hace pensar que algunas maneras de hacer política y de gobernar ya no alcanzan (o no son suficientes) para salir de las crisis generalizadas.



Bibliografía utilizada para el presenta trabajo



ü Allegretti, Giovanni y Herzberg, Carsten. El retorno de las carabelas: los presupuestos participativos de Latinoamérica en el contexto europeo.

ü Baiocchi, Gianpaolo. Emergent Public Spheres: Talking Politics in Participatory Gobernance. University of Massachusetts, Amherst.

ü Font, Joan. Participación ciudadana y decisiones públicas: conceptos, experiencias y metodologías.

ü Landau, Matías. “Cuando la autoridad estatal de constituye en una cuestión” en Política y participación ciudadana. Ed. Miño y Dávida Editores, 2008

ü Rieznik, Pablo. ¿Qué son las Asambleas Populares? Razón y Revolución, Nro. 10, primavera de 2002, reedición electrónica:
ü http://www.razonyrevolucion.org/textos/revryr/luchadeclases/ryr10-15-rieznik.pdf

ü Romero, Ricardo (Comp.) “Presupuesto Participativo Porteño en el contexto latinoamericano” en Democracia Participativa, una utopía en marcha. Reflexiones, experiencias y un análisis del caso porteño. Red Argentina de Ciencia Política Mariano Moreno. Ed. Cooperativas. 2004

ü Romero, Ricardo. Presupuesto Participativa en Rosario y Buenos Aires: visiones sobre su aplicación. Trabajo presentado en la Conferencia Mundial sobre el Desarrollo de las Ciudades, Porto Alegre, Brasil. 2008

ü William, Reuben. Civic engagement for development. Creating an enabling environment for civic engagement in development: a world bank perspective. Noviembre, 2000.


[1] Estudiante de Ciencia Política, UBA. Miembro Red Argentina de Ciencia Política y Presidenta de la Asociación Civil Mariano Moreno. Observatorio Local de Democracia Participativa.
[2] Baiocchi, Gianpaolo. Emergent Public Spheres: Talking Politics in Participatory Gobernance. University of Massachusetts, Amherst.
[3] Esa discusión pública puede organizarse a través de asambleas, foros, plenarios, comisiones, etc.
[4] Rieznik, Pablo. ¿Qué son las Asambleas Populares? Razón y Revolución, Nro. 10, primavera de 2002, pág. 1 reedición electrónica: http://www.razonyrevolucion.org/textos/revryr/luchadeclases/ryr10-15-rieznik.pdf

[5] Landau, Matías. “Cuando la autoridad estatal de constituye en una cuestión” pág. 56 en Política y participación ciudadana. Ed. Miño y Dávida Editores, 2008
[6] William, Reuben. Civic engagement for development. Creating an enabling environment for civic engagement in development: a world bank perspective. Noviembre, 2000.
[7] Ídem.
[8] Romero, Ricardo. Presupuesto Participativa en Rosario y Buenos Aires: visiones sobre su aplicación. Trabajo presentado en la Conferencia Mundial sobre el Desarrollo de las Ciudades, Porto Alegre, Brasil. 2008
[9] Romero, Ricardo (Comp.) “Presupuesto Participativo Porteño en el contexto latinoamericano” en Democracia Participativa, una utopía en marcha. Reflexiones, experiencias y un análisis del caso porteño. Red Argentina de Ciencia Política Mariano Moreno. Ed. Cooperativas. 2004
[10] Allegretti, Giovanni y Herzberg, Carsten. El retorno de las carabelas: los presupuestos participativos de Latinoamérica en el contexto europeo.
[11] Font, Joan. Participación ciudadana y decisiones públicas: conceptos, experiencias y metodologías.

El Estado y la Democracia Participativa


El Estado y la Democracia Participativa

Estefanía Soledad Otero
Ciencia Política – UBA

Pensemos en el estudio del Estado: su concepto, su rol, su historicidad, su involucramiento, sus funciones, sus partes, sus limitaciones y su importancia contemporánea.
Partiendo de la base de la formación de los Estados Modernos, se hace referencia a las clases dominantes como inventoras de éstos, cuya finalidad consistía en organizar al país desde un poder central capaz de fijar deberes y derechos para todo el resto de la población.
Con el paso del tiempo y el desarrollo de la Economía y la Política, tanto las clases dominantes como el resto de la población se iban transformando e incorporando nuevos intereses.
Fue necesario repensar ese rol estatal primitivo para garantizar ciertos derechos que las masas y sus líderes demandaban cada día más. Así fueron pasando la Revolución Francesa, la Comuna de París, la Revolución de Mayo, la Revolución Rusa, en las cuales (bien diferentes entre sí) la población en general, y la ciudadanía en particular, se adueñaban de sus derechos para reclamarlos y hacerlos realidad.
Sin embargo, también pasaron la Guerra franco-prusiana, los Bonaparte, los Hitler, las dos Guerras Mundiales, los Golpes de Estado, donde el Estado buscaba contraponerse a los intereses de las mayorías, también reclamando… mercados, territorios, poder, ganancias, desaparición de ideologías (el socialismo, el anarquismo, el comunismo, el sindicalismo…).
Estas dos situaciones (que siempre fueron paralelas y efectos de las luchas de clases históricas y nunca salidas de repollos) provocaron un nuevo pensamiento y una nueva necesidad en buscar equilibrios dentro de la Democracia Representativa para que por fin sólo la clase política iluminada fuera la protagonista de las decisiones que tomara el Estado.
El sufragio, las urnas, las campañas, las internas, las listas, y los partidos fueron los principales elementos esenciales para hacer realidad esa representación. Mientras, las Instituciones seguían siendo creadas por hombres a su imagen y semejanza. Nunca al revés.
El voto y la institucionalidad eran la fórmula perfecta para vincular la población y los Dos Poderes formados por políticos elegibles.
No obstante ello, y con la llegada del siglo que transitamos, se notan algunas heridas abiertas que la representación aún no logró curar. Y allí está nuestra responsabilidad.
Se trata de un desafío que parece –a lo lejos- interesante para indagarnos a nosotros mismos y preguntarnos ¿qué nos pasó?
Todavía hay pobreza, todavía existe exclusión de sectores vulnerados, todavía hay barrios sin agua potable, todavía hay delincuencia, todavía hay armas, todavía hay violencia, todavía hay negligencias, todavía hay corrupción, todavía hay discriminación, todavía hay odios, todavía… todavía…
Entonces surge la curiosidad de buscar formas que intenten transformar esta realidad que se vive y que no gusta.
Evidentemente las instituciones (aún necesarias al día de hoy) dieron cuenta que solitas no pueden lograr soluciones. Ni siquiera a largo plazo. Los partidos políticos ya no son los mismos de antes y el Estado sufre su propia ilegitimidad.
Sin embargo: las instituciones, los partidos políticos y el Estado indudablemente son la base de toda Democracia moderna.
La pregunta que sigue sería: ¿Alcanzan esos tres elementos para construir una verdadera Democracia? Y cuando se dice una verdadera Democracia se hace referencia a una Sociedad sin… pobreza, exclusión, delincuencia, armas, violencia, etc.…
Por lo tanto, es comprensible que algunos busquen posibles soluciones por otros lados. Por ejemplo, en la Democracia Participativa. Pero una Democracia (realmente) Participativa necesitaría un Estado Social que garantice y promueva la participación ciudadana, que amplíe esa misma ciudadanía a través de la inclusión de aquellos sectores postergados que son los que verdaderamente necesitan de la presencia de un Estado comprometido, con fuertes políticas públicas, atendiendo a aquello que hace al interés de toda la población, a lo común, a lo compartido.
Transformar la municipalización en gestión pública sería un paso importante. Dejar de limitarse a barrer calles y veredas para pensar en opciones que ayuden a involucrar a la gente en las decisiones respecto de qué país queremos.
Consultar, deliberar y resolver. Todo ello puede ser participativo dentro de los mecanismos de la gestión pública.
Cuando se critica la falta de participación, también debe criticarse el pequeño número de personas que deciden sobre los presupuestos. A mayor participación, mayor representación. Nunca al revés.
Un Estado Social que promueva la participación desde la Gestión Pública y una Sociedad Civil inclusiva y comprometida, en el ámbito de una esfera pública, pueden comenzar a ser buenas combinaciones para repensar la construcción de la Democracia.